Web de la villa de Jorcas, Teruel


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Última actualización: 2005-12-28
 

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Colaboración con la Web de Jorcas

Hablemos de Jorcas y de muchas cosas más

"...y allí, ajeno a mis bobas e inconexas ideas, tu pueblo, como el mío, desgranará su pasado para poder plantarle cara al presente. Sus calles despobladas, por donde otrora corrió la vida, albergan la ceniza de sus suertes.

Jorcas, hablo por la boca de un borracho en fiestas, es una de esas reservas en las que se puede encontrar la propia personalidad orinando a nuestro lado en una tapia. Sentirse acogido y desplazado es todo uno. Todo depende del pie con que se entra. Como en el mío, Jorcas y Aguilar son primos hermanos. Los dos han hablado con dios, es decir, consigo mismos. Los dos han condenado al ostracismo al hijo disidente y los dos han llorado su destierro, han dado marcha atrás. Cuando lo vieron irse, todo fue perdonar. Todo fue, en fin, pedir un cubata más. Seguir la fiesta. Beber para olvidar.

De tu pueblo conservo sesiones impagables de Joaquín Carbonell, La Bullonera, y José Antonio Labordeta. La mitificación de tres orquestas que siempre deseé para el mío: Manacor, Scaner y El Maquinista de la General. ¿El maquinista? Jé, tiempos eran tiempos; noches y noches, mirando las estrellas, sobre el halda de la montaña de la plaza; apretujones en la tasca y el rostro de la multitud; alguna chica que no llegó a mirarme y un conato de tristeza. Lo indecible.

Jorcas, con mi humana franqueza, ni eso guarda de mí. Preso del alzheimer, intuye que el recuerdo es el primer paso de la decadencia, pero no sabe por qué. Aguilar le va a la zaga. Los dos, seculares abuelos en la distancia, forman un tándem hacia el vestigio. Cuando un hijo les dice adiós fingen un grano en el ojo y giran el rostro para que no se les vea llorar. Cuando el coche se aleja, pasan revista a los que se irán. Conocen su destino. Cuentan con nuestras Flores el día final. Para qué engañarnos, yo también conocí a nuestros pueblos cuando cojeaban. Hoy postrados en su cama, cuentan los días que le faltan. En verano, quince, veinte días a lo sumo, su prole va a cumplir con su moral. Luego, si te he visto, no me acuerdo.

- ¿Cómo está tu pueblo? - les pregunta un amigo.

- Mal, cómo va a estar?

y sigue tan pancho. Cualquiera diría que les importa un pijo. Yo creo que no es verdad. Sufren por dentro, el corazón les late corroído en el último suspiro de una metáfora. No lo reconocen porque está mal vista la nostalgia, porque " de lo mediocre a lo sublime hay un paso" y nadie quiere hipotecar su maravilla por una lagrimilla en pro de la morriña. ¡Espantosa cacofonía! ¡Espantosa creencia!

Con los años, a la salida de un sueño resbaladizo, alguien nos anunciará la muerte de nuestro pueblo. También nos sentiremos, por andar, culpables. También maldeciremos las compañías no prestadas. Nosotros, como los padres de aquél mi compañero, sabremos de su pasado por las fotografías y nuestras vivencias. Nuestros hijos, en su gran ciudad, entre peldaño y peldaño de su escalada hacia la cumbre, quizá lo encuentren en una novela de Delibes. " Mira Papá, un pueblo como el de tus fotos" . Pero no le harán mayor caso. Las novelas son ficción, concesiones a lo irreal. Un profe de treinta y pocos años se lo habrá dicho. Un profe sin pueblo, pero cualquiera discute a la autoridad...."

 

Anónimo. 1998 aproximadamente

 

 
Comisión de Fiestas de Jorcas

 

 
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